¿Qué maldición pesa sobre las ciudades y pueblos del Paraguay?
EDITORIAL DEL DIARIO ABC COLOR
La mayoría de las ciudades y pueblos del interior presentan un aspecto realmente deplorable. Estancados en el pasado, le queda al visitante la impresión de que puso el pie en un lugar en el que recientemente se desarrolló algún conflicto bélico, porque es difícil explicarse el estado lastimoso en que se encuentran sus calles y avenidas, repletas de profundos baches, sin señalización adecuada ni iluminación debida.
Aguas servidas se escurren pestilentes a sus costados, siendo constantemente “alimentadas” por el líquido pútrido que rezuma la basura que por días enteros permanece tirada a lo largo y ancho de las veredas, a causa de sistemas de recolección ineficientes o lisa y llanamente inexistentes. En muchos casos decir veredas es ya una suerte de exaltación retórica, porque demasiadas veces se trata de caminitos cubiertos de malezas y pastizales, o bien cunetas que no están tapadas y tornan dificultoso el tránsito de los peatones.
A su vez, las plazas presentan un aspecto no menos lastimoso, aun cuando en la gran mayoría de los casos ellas constituyen el núcleo urbano más preponderante, sirviendo de entorno directo al cuerpo institucional del pueblo, integrado por gobernación, municipalidad, iglesia, universidad, juzgado de paz, etcétera. Estos espacios públicos suelen estar tan descuidados que, en vez de ser lugares de recreación ciudadana, terminan convirtiéndose en antros de marginalidad y delincuencia.
Perspectivas igualmente desastrosas cunden en municipios del Área Metropolitana, como Mariano Roque Alonso, Luque, Lambaré y Ñemby, constituidos en verdaderos símbolos de la inutilidad, la haraganería y, en ciertos casos, hasta de la corrupción de quienes los dirigen.
Ante este panorama desolador, el vecino y el visitante se preguntan: ¿Qué suerte de maldición ha de pesar sobre las ciudades y los pueblos del interior del país para tener este tipo de autoridades inoperantes, negligentes y desentendidas del progreso de sus comunidades? Solo algún poderoso efecto sobrenatural podría explicarlo, ya que veinte años pasaron desde que los ciudadanos tenemos la capacidad de elegir a nuestras autoridades locales, y no vemos algún cambio efectivo que haya producido este sistema comicial en la mayoría de los municipios del país.
Por otra parte, el aspecto de las ciudades y pueblos del interior que están a cargo de intendentes municipales y concejales paraguayos de ascendencia extranjera, como sucede en varias localidades de los departamentos de Itapúa, Paraguarí, Alto Paraná y Boquerón es totalmente distinto. En estos lugares administrados por descendientes de alemanes, ucranianos, polacos, japoneses, menonitas y brasiguayos, la situación es mucho más alentadora.
Al visitar Hohenau, María Auxiliadora, Fram, La Paz, La Colmena, Santa Rita, Colonia Yguazú, Filadelfia, Loma Plata, por no citar más que algunos ejemplos más emblemáticos, inmediatamente se percibe una idea urbanística que los otros lugares desconocen por completo. En ellos hay un orden, limpieza y cuidado del medioambiente que no existe en aquellas localidades que son gobernadas por paraguayos “ite”, lo cual demuestra que nuestro pueblo todavía es presa de alguna suerte de atavismo cultural que lo predispondría a la mugre y la desorganización.
Podría ser, pues, sumamente conveniente que muchos intendentes y concejales de pueblos y ciudades del interior del país imiten el espíritu laborioso de estos descendientes de colonos inmigrantes, para que esas ciudades y pueblos encomendados a su cuidado presenten similares niveles de progreso y calidad de vida.
Al mismo tiempo, la situación de virtual abandono en que se encuentran tantas localidades de nuestro país amerita que los vecinos de las mismas reflexionen seriamente acerca de la confianza que otorgarán en el futuro a los candidatos a ocupar puestos en la administración de sus pueblos. Con nuestros votos tenemos la capacidad de catapultar a los honestos y trabajadores, y castigar para siempre a los inútiles y corruptos. De nosotros depende.