Gracias a la pelota, ganó muchas cosas, pero por cosas del destino, todo lo que tenía se le fue de las manos. Hoy, de vuelta, bajo el amparo de mamá y papá, los amigos que nunca fallan y que le dan el aliento diario que tanto necesita para superar el tan complicado momento.
César Zabala se inició en el club de su barrio, Sportivo Julio Correa, de la Liga Luqueña, en donde disputaba los partido descalzo. Después pasó al Sportivo Luqueño, luego a Cerro Porteño, su mejor momento lo pasó en México 1986, defendiendo a la Albirroja, para luego jugar en el exterior, en el brasileño Inter de Porto Alegre, en el argentino Talleres de Córdoba y en el peruano Sipesa.
Momentos inolvidables con la pelota, hasta que la dejó, se metió en un negocio, le estafaron y se quedó en la calle, literalmente. Se separó, luego se divorció, tiene dos hijos y su sostén, en todo sentido, es su hermano Osvaldo, también ex futbolista.
Hace poco se juntaron las ex estrellas del fútbol, para darle una mano, pero César necesita más ayuda para operarse. Una historia penosa de una persona que depende de la solidaridad para ir al quirófano, soñando con seguir contando sus anécdotas, sus vivencias con la pelota.
Este es apenas un adelanto de la historia de César Zabala (la nota completa la tendremos en la edición impresa), de gran fortaleza y que espera que hasta el Gobierno le de una mano para salir adelante. De momento, solo queda esperar, esperando algún llamado alentador. (0971 370144)