Comunidad fantasma en la cuenca del lago Ypacaraí

PUBLICACION DE ABC COLOR

FRACASADO PROYECTO HABITACIONAL EN LA COMPAÑÍA TARUMANDY, DE LUQUE

Comunidad fantasma en la cuenca del lago Ypacaraí

 

Pobladores del complejo habitacional Villa Nueva Asunción, de la compañía Tarumandy de Luque, sobreviven en medio de múltiples precariedades. El sitio es de la quebrada financiera Óga Rape, que abandonó la zona hace unos 22 años. Las 500 casas construidas para un barrio cerrado fueron invadidas por familias de vendedores ambulantes, policías y militares de bajo rango.

Comunidad fantasma en la cuenca del lago Ypacarai
Desde el aire la Villa Nueva Asunción parece una linda comunidad perdida en la cuenca del lago Ypacaraí, el arroyo Yukyry y el río Salado. Sin embargo, en cada vivienda hay una historia de necesidades.

Unas 2.000 personas, en su mayoría niños menores de 10 años, sobreviven en medio de la carencia de servicios básicos, en especial camino de todo tiempo, en la Villa Nueva Asunción de la compañía Tarumandy. Está situada  en la cuenca del río Salado, el arroyo Yukyry y el lago Ypacaraí.

El lugar, distante a apenas 20 kilómetros del microcentro luqueño, en el límite con    San Bernardino, se asemeja a un paraje olvidado, una comunidad fantasma. Las 500 familias que habitan en él sobreviven sin ningún tipo de ayuda estatal.

La  tierra es árida durante la sequía y   pantanosa en los días de lluvia por  el desborde del arroyo Yukyry y el río Salado, que causa estragos a la comunidad. Las  casas se inundan y los caminos quedan clausurados.

El complejo habitacional pertenece a la quebrada financiera Óga Rape. La mayoría de los habitantes son vendedores ambulantes, otros son  suboficiales de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas, que ingresaron a las casas  hace 19 años.

“Nosotros ingresamos a este lugar porque somos pobres, la mayoría de las familias tienen más de seis hijos. Ya intentamos regularizar nuestra situación, pero ni la Municipalidad de Luque ni la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat) dieron respuesta positiva a nuestro reclamo”, dijo Ángela Aranda, quien ingresó a la villa hace 15 años con el sueño de contar con una casa propia.

Las pequeñas viviendas con  dos habitaciones y un baño, hechas de material cocido, no cuentan con conexión legal de la Ande. Ante esa situación, los pobladores   recurren  a conexiones directas a la línea de trasmisión de energía eléctrica.

Lo que alguna vez se proyectó como un barrio cerrado, ahora no es más que una villa, donde  en  la mayoría de las viviendas se observan miseria y dejadez. Aunque tienen  cría de animales domésticos, como gallinas, gansos, cerdos, guinea, vacas y patos.

Agua

La distribución de agua potable es deficiente, pues las 500 familias se ven obligadas a contratar los   servicios de una aguatera privada, ubicada a unos 11 kilómetros del lugar. La distancia hace que gran parte del día no cuenten con el vital líquido o la presión del agua sea insuficiente.

Otro inconveniente que afrontan los lugareños es la falta de caminos de todo tiempo, por lo que la mayor parte del tiempo permanecen semiaislados. Solo la empresa Nueva Asunción presta servicio en la zona.

Además, el puesto de salud más cercano está a 10 kilómetros.

Los habitantes coincidieron en señalar que muchos abandonan las casas agobiados por tanta precariedad.

 

Fotos: Juan Carlos Meza y Rudy Lezcar.

 
11 de Marzo de 2012 00:00
 

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