El proyecto de la autopista Ñu Guasu debe ser suspendido

EDITORIAL DEL DIARIO ABC COLOR.

 

La obra vial que el MOPC está proyectando y dando a publicidad, denominada “Avenida Ñu Guasu”, provoca, cuando menos, grandes interrogantes, dudas, incertidumbres, y mucho desconocimiento de sus detalles financieros y de ejecución técnica. Tantos, que deja lugar a toda clase de cálculos especulativos que, por cierto, no favorecen nada a la iniciativa. Este proyecto no debe proseguir, no debe avanzar un centímetro más sin que previamente el MOPC aclare, con el mayor detalle posible, los grandes, medianos y pequeños alarmantes defectos e inconvenientes de los cuales tal proyecto adolece, según las informaciones que hasta ahora se proporcionaron al público. La ciudadanía no puede pecar más de ingenua, como en el pasado, dejándose encandilar por explosiones de luces bonitas.

La obra vial que el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) está proyectando y dando a publicidad, denominada “Avenida Ñu Guasu”, provoca, cuando menos, grandes interrogantes, dudas, incertidumbres, y mucho desconocimiento de sus detalles financieros y de ejecución técnica. Tantos, que deja lugar a toda clase de cálculos especulativos que, por cierto, no favorecen nada a la iniciativa.

Resumiendo: el proyecto de la denominada “Autopista Ñu Guasu” no debe proseguir, no debe avanzar un centímetro más sin que previamente el MOPC aclare, con el mayor detalle posible, los grandes, medianos y pequeños alarmantes defectos e inconvenientes de los cuales tal proyecto adolece, según las informaciones que hasta ahora se proporcionaron al público.

La idea de abrir nuevas vías de tránsito para aliviar la terrible crisis de circulación automotor que padece el área metropolitana capitalina es elogiable y debe ser estimulada y promocionada. Pero una cosa es admitir esta urgente realidad y entusiasmarse con cualquier situación que se proponga, y otra, muy diferente, es que unos cuantos avivados aprovechen la desesperación de la ciudadanía que sufre cotidianamente en el caótico tránsito para meter una propuesta destinada a hacer negociados y no a resolver el problema que le sirve de justificación.

Para comenzar planteando los muchos interrogantes que la citada iniciativa gubernamental suscita, está la cuestión financiera. El proyecto comenzó siendo un simple asfaltado del camino de tierra que pasa frente al “linódromo”, valuado en quince millones de dólares. Una vez aprobada esta cifra por la fuente financiera (Focem), se arguyó que el proyecto estaba “incompleto”. Se realizaron las “correcciones” y el costo trepó de un salto hasta los 34 millones en que está en este momento.

Pero, además de las “correcciones”, antes y durante el proceso licitatorio se denunciaron irregularidades, una de las cuales fue la introducción de una adenda con nada menos que 29 cambios sustanciales en el pliego de bases y condiciones, que se hizo sin autorización del Focem y cuando ya los oferentes no podían pedir aclaración ni protestar.

En cuanto a las soluciones técnicas que prevé el proyecto, no son menores los cuestionamientos y objeciones que podrían formularse. Cítense, solo por el momento, los siguientes: se anuncia una avenida de seis carriles, pero que arrancará de una de cuatro y acabará en otra de cuatro, lo que pone de manifiesto el absurdo de la pretendida solución, que más bien parece destinada solo a aumentar el costo. Además, para ampliar a seis carriles la avenida proyectada, proponen apoderarse de la mitad de la importante y valiosa franja ferroviaria, dejándole libre solo un carril y la cinta central de seis metros de anchura. Se asegura que, “en el futuro”, si el tramo ferrocarrilero se reactiva, “devolverán” el carril sustraído. Esto sí pasa la raya de lo increíble. ¿Es que somos todos tan tontos?

Lo que es previsible que suceda es que el ferrocarril “Carlos A. López” pierda para siempre uno de sus carriles en ese tramo, lo que lo inutilizará para llegar hasta el área céntrica de Asunción en el futuro. Si este despojo se permitiera, se condenaría al tren a desaparecer, o verse reducido a una mínima y meramente simbólica existencia para la capital. De este modo, uno de los bienes más significativos y valiosos de nuestro legado histórico sucumbiría bajo el asfalto, para siempre.

Es imposible admitir siquiera la idea de sustraer a la franja de dominio del ferrocarril un centímetro, porque lo que de esta manera se pierda, se perderá para siempre.

Debe tomarse en cuenta que la potencialidad que tiene la infraestructura vial del ferrocarril “C. A. López” está intacta y debería ser puesta en vigor nuevamente en cualquier momento. Y que, si esta reactivación no se realizó todavía, es por única y exclusiva culpa de la inutilidad y miopía de los sucesivos gobiernos. No hay medio de transporte de pasajeros más conveniente que el tren, hecho demostrado en todo el mundo durante los últimos dos siglos. Imagínese tan solo a uno circulando desde Paraguarí a Asunción, ¿a cuántas autopistas sustituiría? y a un costo incalculablemente menor. ¿No tienen opinión sobre esto los intendentes, concejales, ciudadanas y ciudadanos de Luque, Areguá, Ypacaraí, Pirayú y Paraguarí? ¡Asombroso!

En el proyecto de avenida se habla, además, de túneles y viaductos por los que “atravesarán” la vía proyectada y otras trasversales. Las avenidas Aviadores del Chaco, Primer Presidente, Semidei y Madame Lynch, además de la ruta Elizardo Aquino (Transchaco), tendrán que ser clausuradas por años para ejecutar las obras. Se miente cuando se manifiesta que tales interrupciones durarán solamente unos dieciocho meses.

¿Se imagina el lector lo que implicará para los vehículos que transitan todos los días esas vías que se las inhabiliten durante años? Para dorar la píldora, los proyectistas hablan de abrir pasos y caminos alternativos, pero irresponsablemente no dicen dónde, cómo y cuáles van a ser tales. ¿Por qué no los señalan claramente? Sencillamente, porque tales vías alternativas, en la mayoría de los casos, no existen o se las querrá formar improvisada y apresuradamente, con un laberinto de callejuelas imposibles de utilizar por una altísima carga de circulación de automotores de todos los portes, desde motocicletas hasta los “transganados” que habitualmente circulan por allí.

Como si todo esto fuera poco, el Ministerio de Obras Públicas pretendía utilizar nada menos que unos 200 metros del predio que corresponde al Jardín Botánico para el desvío de vehículos durante la realización de las obras. Ya pueden imaginarse nuestros amables lectores el daño que hubiese sufrido esa invalorable reserva natural de nuestra ciudad capital. Suerte que la Comuna asuncena se opuso terminantemente a tan descabellada pretensión. Pero el solo proponerla muestra la irresponsabilidad del ministro Buzarquis, de su staff y de los contratistas beneficiados con la obra.

Es de esperar que los voceros del MOPC y de las empresas viales no comiencen a calificar de artificiosas estas cuestiones que ponemos sobre la mesa de la consideración y debate públicos; ni que busquen invalidarlas mediante acusaciones y descalificaciones ya empleadas en similares casos anteriores, alegando que son una siembra de desconfianza para torpedear un proyecto gubernamental, que son formuladas por “sectores interesados” en impedir su realización, que solo expresan la “mala leche” de cuestionadores consuetudinarios, etc., etc.

La ciudadanía no puede pecar más de ingenua, como en el pasado, dejándose encandilar por explosiones de luces bonitas. Este proyecto debe ser frenado hasta que sean respondidas todas las incógnitas técnicas de su construcción y, eventualmente, suspendido definitivamente.

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